Hace aproximadamente un par de meses, se me ocurrió organizar un sorteo con un doble objetivo: conseguir nuevos suscriptores a nuestro boletín y lograr que los que ya lo eran completaran los campos añadidos a la base de datos.
Le pedí a la directora de arte que creara un robapáginas que pusimos en nuestras tres webs e hicimos un mailing que enviamos a la antigua base de datos. Informábamos de que sorteábamos dos cajas regalo, con una Guía Rusticae y un fin de semana en uno de sus hoteles, en habitación doble, con el desayuno incluido.
Más de 700 personas participaron en el sorteo. 700 nuevos contactos cualificados para nuestra base de datos.
El plazo para participar finalizaba el 29 de marzo. Una vez tuvimos los regalos en nuestro poder, realizamos el sorteo. La directora gerente de la empresa dijo por orden cinco números al azar. Los dos primeros eran los ganadores, pero por si acaso habían aportado datos falsos se eligieron tres suplentes.
El lunes pasado envié un mail al ganador. Él podrá elegir entre dos destinos para disfrutar de las dos noches de hotel. Le pedía que respondiera lo antes posible al mail. Ayer le mandé un mail recordatorio. Hoy todavía no había contestado, así que he decidido localizarle por teléfono.
Es la primera vez que comunico a alguien que ha ganado un premio. ¡Quién pudiera estar al otro lado del teléfono! Le he preguntado si había recibido mi mail. Me ha dicho que los tenía por ahí, que si le podía recordar de qué se trataba. Al contárselo, me ha dicho que cuando recibió el mail, no se lo creyó, lo comentó con sus compañeros y se rieron. Así que decidió aparcarlo.
Recibimos tanto spam e intentos de phishing al día, que ni cuando nos comunican que hemos ganado un fin de semana en un hotel Rusticae en un concurso en el que hemos participado, nos lo creemos.
Escrito por usue 
Tecme y Puma 