Hace años empecé a formar parte del Holiday Gym. Me captaron a través de un reclamo competitivo que les diferenciaba exponencialmente de otros gimnasios. En años sucesivos recibí ofertas similares, a cambio de hacer de prescriptora con mis amigos. Cuando empecé a trabajar en la agencia, y tras casi un año sin pisar el gimnasio por falta de tiempo, decidí darme de baja. En el contrato especifica que hay que notificarlo con 45 días de antelación. Yo lo hice con 44, cuando el recibo ya se había empezado a tramitar. Desde la Central de los gimnasios me sugierieron que denegara el pago del recibo en mi banco y así lo hice.
Un año después, en junio, intentan volver a captarme con una oferta interesante: un contrato VIP (puedes ir a cualquier Holiday Gym) por 200 euros. Primero les dije que no, porque nada me hace pensar que este curso vaya a tener más tiempo. Pero luego, y teniendo en cuenta las fechas, decidí apuntarme. Yendo de forma regular los dos meses de verano, que tenemos jornada intensiva en el trabajo, le podía sacar partido.
No sólo me apunté yo al gimnasio, sino que convencí a dos amigos.
En julio fui algún día al gimnasio, pero todos tuve problemas para entrar. Miraban mi ficha y me decían que mi banco había denegado el pago del recibo. Al día siguiente, llamaba al banco y me decían que no habían recibido ningún recibo de Swiss School Fitness (nombre fiscal del Holiday Gym). Llamaba al gimnasio y me decían que tenía que dar de alta la referencia del recibo en la oficina central del banco, no en la sucursal. Volvía a llamar al banco y me decían que para poder dar de alta la referencia necesitaban que les llegara algún recibo. En el gimnasio aseguraban haberlos mandado. En el banco, insistían en no haberlos recibido.
Un mes después me llaman del gimnasio para decirme que el recibo ha sido devuelto tres veces y que a la cuarta me van a cobrar los gastos de tramitación, en concepto de matrícula. Total: 245 euros. Traté de convencerles de que el cliente no debe hacerse cargo de unos gastos que ha generado la mala gestión del gimnasio y el banco. Ellos culpaban al banco. En la sucursal financiera, me remitieron al subdirector, quien por fin activó de nuevo la referencia y se comprometió a asumir los 45 euros de gastos generados por la devolución automática del recibo por parte de su sistema. Aunque en un momento me planteé cambiarme de banco, este gesto hizo que cambiara de opinión.
Llamé al gimnasio para comunicarles que ya estaba todo solucionado, que la referencia ya estaba activada, que esta vez el recibo no sería devuelto y que podían pasármelo de 245 euros porque el banco iba a asumir los gastos que yo me negaba a pagar. Entonces el Holiday Gym me sale con que la promoción ha caducado. Ahora tengo que pagar 385 euros por ocho meses. Les dije que por ese precio, y ya en septiembre, no me interesaba. Me dijeron que mi caso tenía que ser estudiado por el departamento financiero. Días después me llaman desde la central para decirme que han hablado con su superior y les ha dicho que no pueden cobrarme sólo 245 euros. ¿Sólo? ¿Y no ofrecen alternativa?
O sea que después de dos meses de gestiones telefónicas, dos meses escuchando acusaciones como que a lo mejor es que estoy en números rojos o que no sé llevar a cabo una gestión bancaria, después de dos meses aguantando que los tornos no me dejen pasar, y después de convencer a dos amigos que nunca había ido a este gimnasio para que se apuntaran, ¿todo lo que el Holiday Gym me ofrece es lo que ofrece al resto de la gente? Me siento muy decepcionada.
En estos momentos estoy leyendo «El manifiesto Cluetrain«, un libro que se ha convertido en la referencia para todos aquellos que emprenden proyectos en internet pero que debería ser lectura obligatoria para todas las personas que trabajen en marketing, empezando por el superior del Holiday Gym que decidió que no me podían pasar el recibo por sólo 245 euros. A él le dedico el último párrafo que he leído del Manifiesto:
«¡La cola SuperDooper lo pega todo!, dice el anuncio. «Hasta que le das un golpecito sin querer, como descubrí con el asa de mi taza favorita», dice una vocecita del mercado. «Discos duros BigDisk. ¡Garantía de por vida!», dice el anuncio. «Siempre que pueda demostrarse que se ha engrasado tres veces por semana», añade otra vocecita del mercado». Lo que estas vocecitas solían decir a un amigo ahora está disponible para todo el mundo. Por muchos anuncios que haya, no anularán las palabras del mercado. ¿Cuánto tarda la conversación del mercado en rebajar las exageraciones de un anuncio? ¿Una hora? ¿Un día? Ahora, el único límite de la velocidad de la palabra es lo rápido que pueden escribir las personas. La palabra de la Web derrotará a la de la promoción exagerada, una y otra vez.
Podía haber escrito este post hace dos meses, pero no me gusta criticar gratuitamente. Por eso, he esperado hasta agotar posibilidades. Tenía la esperanza de sentirme escuchada por el Holiday Gym. Sin embargo, este gimnasio ha demostrado ser una empresa del montón que te bombardea con promociones que no te interesan hasta que te muestras atraído. Entonces te deja escapar.