Acabo de terminarme «La estrategia del pingüino. Influir con mensajes que se contagian de persona en persona», de Antonio Núñez. Mis padres fueron a la presentación mientras yo estaba en Luxemburgo y me enviaron un sms para decirme que se habían acordado mucho de mí. Así, cuando mi padre terminó de leérselo, lo empecé yo.
Es de fácil lectura. Nos descubre casos de éxito de social media, muchos de ellos anónimos, y profundiza en otros ya clásicos, como el de la guitarra de Dave Carroll, rota por United Airlines, o el del pastor Terry Jones que quería organizar el «Burn a Koran Day».
Todos los capítulos empiezan con un pequeño artículo sobre pingüinos que nos invitan a la comparación metafórica de esta especie con los humanos. Así aprendemos a diferenciar entre hacer el pingüino y lograr un pingüino (mensajes anónimos de éxito planetario gracias a la comunicación de persona en persona).
El capítulo que más me ha gustado es el primero, «¿La comunicación evoluciona como las playas de Cádiz, Barcelona o Ipanema?», en el que Antonio Núñez demuestra ser un auténtico experto en storytelling, explicando la evolución de la comunicación a partir de la evolución de la comunicación en las playas, desde el megáfono a las constantes interrupciones de vendedores ambulantes de diferentes nacionalidades, sin olvidar al «Papi», natural del Puerto de Santa María, que basaba el éxito de su negocio en la comunicación de individuo a individuo.
El capítulo que me ha resultado más interesante ha sido el cuarto, en el que Antonio Núñez reflexiona sobre el papel del periodismo en la sociedad actual, una sociedad en la que cualquiera puede elaborar un mensaje, lo que hace que recibamos una cantidad de información diaria inabarcable. Priman el aquí y el ahora y apenas hay tiempo para la reflexión. El ciudadano se ha vuelto escéptico y pesimista y los medios han perdido toda su credibilidad.
Es un tema al que le he dado muchas vueltas pero había leído poco sobre él. En mi opinión, que no dista mucho de la de Antonio Núñez, el papel de los periodistas, a los que les ha sido arrebatado por nuestra red de contactos el de seleccionar las noticias, debería centrarse ahora en analizar la información en profundidad, en contextualizar y en reflexionar. Los periodistas no deberían someterse al ritmo frenético que marcan las nuevas tecnologías. Esto muchas veces les lleva a dar rumores o vivir de la información interesada que lanzan gabinetes y agencias de comunicación. Los periodistas tampoco deberían opinar, lo que les hace perder la credibilidad. Esta función debería estar reservada a blogueros, contertulios y articulistas.
Me han resultado curiosos los casos de éxito de patientslikeme o Kiva, incluidos en el capítulo «Desconocidos íntimos». Los dos sorprenden por la cantidad de datos de carácter personal (sobre salud y monetarios) que la gente está dispuesta a dar si se siente identificada con la comunidad.
Para terminar, los tres últimos capítulos retoman toda la información anterior, a modo de conclusión, en tres apartados: ocho disrupciones provocadas por la comunicación de persona a persona, diez ideas para mejorar tu comunicación de persona a persona y frases célebres.
Hay material sobre muchos de los casos comentados en el libro en la zona de lectores de La estrategia del pingüino.