No más números 900

Hace unos días el dentista me madó que me hiciera una ortopantomografía. Previamente tuve que llamar a mi compañía aseguradora para que me autorizara a hacérmela. Después de más de diez minutos esperando tras haber marcado un 902, decidí colgar. La segunda vez hubo más suerte, pero ¿cúanto me costó esa llamada?

Días después, recibí una tarjeta de crédito de mi banco puesto que la que tenía estaba a punto de caducar. Para activarla tenía que llamar también a un 902. Tras comprobar todos mis datos para proceder al envío postal de un nuevo código pin, intentaron venderme un seguro de robo, después de leerme durante más de cinco minutos y a toda velocidad las condiciones. Educadamente le dije a la señorita que no me interesaba a lo que ella respondió: «A todos nos pueden robar».

¿Se pueden imaginar con el cabreo que colgué una vez más el teléfono?

Poco después descubrí una página web que te proporciona los número nacionales equivalentes o sustitutos de los 901 y 902 de atención al cliente.