Los Treches

miércoles, julio 30, 2008

Los Treches son lo oscuro, lo maligno, lo peor. Son unos malajes a los que no les importa nada tu vida y en cuanto puedan, te harán sufrir. Ningún padre de peluche dejaría que sus hijos compartieran cómoda con Los Treches porque son una mala influencia. Dicen las malas lenguas que se gestaron fruto de una noche desenfrenada de Halloween entre una embriagada muñeca Chochona y un peluche muy listillo que al parecer llevaba careta. Por eso es imposible que conozcan a su padre.

Esta mañana un pequeño Treche ha venido a visitarme. Como no conoció a su progenitor, buscaba a alguien que ejerciera como tal, aunque de una manera un tanto peculiar.

No necesita cariño ni mimitos, sólo alguien al que poder odiar y torturar.

Con cierto reparo, me lo he traído a casa. «Recuerda, si algún día estás solo en casa y oyes ruidos significa que Los Treches ya han llegado. Y nosotros no nos hacemos responsables», advertía un mensaje en la caja.

Al llegar a casa, otro Treches de mayor tamaño nos estaba esperando. Ahora son dos. Se torturan el uno al otro y no hacen ruido.

Estos terribles muñequitos, con ojo saltón autorregulable y comestible (como se puede ver en la foto), son una versión macabra de los Pelochos. Su función misión es presentar el teléfono de información de Calle 13: 11813,  donde te informan por un euro (desde red fija de Telefónica) sobre las películas de este canal temático.



La senda de los caracoles

domingo, julio 27, 2008

Hace unos días Antón decía en el post «Vida de perros» que quería ponerse en contacto conmigo para comentar la idea de la realización de un corto a partir de mi microrrelato.

El  sábado protagonicé una claustofóbica aventura. Me sentí un personaje más de un relato de terror psicológico. Llegué incluso a pensar que se trataba de una pesadilla. Lee Antón. Tal vez aquí también veas un corto. 

El cartel era un poco confuso. No teníamos cobertura ni había nadie por la zona a quien poder preguntar. Nos decantamos por la carretera de la derecha. Estaba semiasfaltada, igual que la que dejábamos atrás y mucho mejor que algunas de las que habíamos tenido que superar para llegar hasta allí. Recorrimos unos tres kilómetros hacia ninguna parte. La carretera se iba estrechando hasta convertirse en un camino de piedras y arena. Empezamos a sospechar que nos habíamos equivocado pero parecía complicado dar la vuelta y decidimos seguir con la esperanza de que, aunque no fuera el camino idóneo, también acabara en La senda de los caracoles.

Baches, polvo y cardos que se enganchaban en los bajos del coche. Resultaba imposible creer que en los últimos años algún coche hubiera pasado por allí. Pero un camino semiasfaltado tenía que llevar a algún sitio. O eso nos empeñamos en creer. Y seguimos. Seguimos metiéndonos inconscientemente en un camino que, unos tres kilómetros después, se terminó sin habernos llevado a ningún sitio.

Eran las tres de la tarde de un caluroso día de julio. El Sol apretaba con fuerza desde el punto más alto del cielo. Mi padre, cabreado y nervioso, se bajó del coche, cediéndole el volante a Carlos.

Durante poco más de un minuto recuperé la cobertura. Me llegaron varios mensajes de llamadas perdidas. Empezaban por 921 y supuse que eran de La Senda de los caracoles. Llamé para corroborar que nos habíamos equivocado y para hacerles saber que estábamos atrapados. La voz de la recepcionista se fue perdiendo y volví a perder la cobertura.

En ese momento empezamos a hacer ruedas. Aterrorizada miré hacia fuera por el cristal de la derecha y vi a mi padre sujetando el coche, empujando con todas sus fuerzas, intentando evitar que la fuerza de la gravedad venciera al coche y perdiéramos definitivamente su control.

Carlos tiró del freno de mano. Pareció que el desarrollo de la acción se paraba con aquel gesto. Bajamos del coche. Se quitó las chanclas. Se puso las zapatillas de deporte. Y analizamos la situación.

Un nuevo intento de cambiar de sentido. Las ruedas giraban a toda velocidad, escupiendo piedras con fuerza en cada vuelta. Una imaginaria onda expansiva nos alejaba del coche buscando instintivamente nuestra seguridad.

          Hija, llama al 112, que nos vengan a rescatar.

“Ha llamado al 112, servicio de emergencias de Castilla La Mancha. En breves momentos atenderemos su llamada. Por favor, espere. Ha llamado al 112, servicio de emergencias de Castilla La Mancha. En breves momentos atenderemos su llamada. Por favor, espere. Ha llamado al…”

          112. ¿En qué puedo ayudarle?

          Verá. Estamos cerca de Grado del Pico. Íbamos buscando una casa rural que se llama La senda de los caracoles. En un determinado punto, hemos tenido que elegir entre dos caminos. Había un cartel que aparentemente indicaba el de la derecha, pero claramente nos hemos confundido. El camino se ha ido estrechando y ahora estamos en un punto sin salida. El camino no es lo suficientemente ancho como para dar la vuelta.

          ¿Y yo qué quiere que haga?

          No lo sé pero no tengo cobertura y éste es el único teléfono al que puedo llamar desde el móvil.

          Pero dónde dice que está.

          En medio de la nada, en Grado del Pico, en Segovia.

          Pero es que usted está llamando a servicio de emergencias de Castilla La Mancha.

          Yo he llamado al 112, que es el único número que en estos momentos puedo marcar desde mi móvil, y me ha salido usted.

          De acuerdo. Disculpe. Le paso con el servicio de emergencia de Castilla León, a ver si ellos pueden hacer algo. No se retire.

“Ha llamado al 112, servicio de emergencias de Castilla León. En breves momentos atenderemos su llamada. Por favor, espere. Ha llamado al 112…”

          Me cuenta mi compañero que están en un camino sin salida en Grado del Pico. ¿Cuántas personas se encuentran?

          Cuatro

          ¿Todos adultos?

          Sí.

          ¿Están todos bien de salud?

          De momento sí.

          Entonces lo que tiene que hacer es llamar a su seguro, al teléfono de atención en carretera, y que le manden una grúa.

          Ya, el problema es que no tengo cobertura y sólo puedo efectuar llamadas de emergencia. Si pudiera hacerme usted el favor de dar parte al seguro.

          Está bien. Dígame el modelo del coche y la matrícula.

          Espere un momento. Estoy viendo que mi familia ha optado por sacar el coche marcha atrás.

          ¿Y pueden?

          De momento sí, pero se acercan a una cuesta que no sé si podrán remontar marcha atrás. No cuelgue, por favor, y le voy diciendo. Parece que sí, están pudiendo. Cada vez van más rápido.

          Pero ¿les ve?

          Ya no.

          Dígame cómo se llama.

          Usúe.

          Apellido.

          Madinaveitia.

          Señora Usúe Madinaveitia, corra en la dirección en la que ha desaparecido el coche y avíseme cuando lo vuelva a ver. No cuelgue por favor. Yo le espero aquí.

Subí la cuesta a toda prisa, con el móvil en la mano y gritando “papi, papi, ¿habéis conseguido dar la vuelta?”. Superada la cuesta, el camino seguía siendo igual de estrecho.

          Señora Usúe Madinaveitia le voy a pasar con la Guardia Civil de Segovia por si ellos pudieran hacer algo.

          Buenas. Me comenta mi compañera que se han metido por un camino sin salida y que no consiguen dar la vuelta.

          Sí, bueno. Después de hacer parte del camino marcha atrás, parece que por fin podemos intentar dar la vuelta, aunque no sé si lo vamos a conseguir. El coche empieza a oler a quemado.

          En ese caso usted lo que tendría que hacer es llamar al teléfono de atención en carretera de su seguro.

          Ya, el problema, como le decía a su compañera, es que no tengo cobertura y sólo he podido llamar al 112, así que por favor, no cuelgue y en caso de que se confirme que no podemos salir, llama usted a mi seguro.

          No hace falta que me mantenga a la espera. Usted también puede llamar al 062, que es el teléfono de la Guardia Civil de Segovia.

          Vale. ¿Y usted cómo se llama?

          Carmelo.

          Parece que hemos conseguido dar la vuelta. Muchas gracias por todo, Carmelo.

Un cuarto de hora después, llegamos a La senda de los caracoles por el camino de la izquierda. Aunque los dueños no reconocieron que tal y como estaba colocado el cartel se prestaba a confusión, esa misma tarde alguien lo cambió de sitio.

 

La senda de los caracoles. C/ Manadero s/n. Grado del Pico. 40512. Segovia.


Copywriting 2.0

miércoles, julio 23, 2008

En el AEDEMO de Tendencias, celebrado el 24 y 25 de abril, conocí a Belén Torregrosa, de C4E. Ella me invitó a asistir a un interesante seminario profesional, celebrado el 10 de junio: «Las agencias que sobresalen 2008«. Los asistentes, principalmente miembros de importantes agencias de publicidad y de medios, fueron invitados a participiar como jurado en el curso-concurso «Copying Sawyer, Copywriting 2.0».  Yo me ofrecí voluntaria para formar parte del mismo. Me preguntaron: «¿Eres una buena copy?». A lo que yo contesté: «No, soy una buena periodista». L’Oreal: «Porque yo lo valgo«. 

El 7 de julio me confirmaron que formaría parte del jurado junto a Artur Sales, de agr! machine; Jose M. Batalla, de Wonderland; y Luke Stegelman, docente. Ayer se confirmó que también contaríamos con el jucio de Anna Roca, de Orbital. Ni que decir tengo que es para mí un honor formar parte de este jurado.

En mi defensa diré que no soy copy pero no me importaría llegar a serlo. Prueba de ello es este trabajo que una vez presenté a un concurso que organizaba la Agencia Alicia. Iba dirigido a copys y se trataba de escribir un microcuento de 100 palabras. Se lo dedico, atendiendo a su petición de no privarles de mis relatos, a mis más fieles comentaristas: Cool Boy y El Vigía.

Les copio támbién los microcuentos que recibieron el primer premio compartido (ex aequo). ¡Que los disfruten!

Romeo y Julieta

Alicia y Roberto llevan doce años casados. Roberto sabe que sin Alicia su vida sería otra. Alicia se emociona cuando Roberto le recuerda cada detalle del día en que se conocieron. Juegan a imaginarse la cotidianidad de otras parejas que siguen juntas por miedo a la soledad. Ellos no, siguen juntos porque quieren y piensan que son afortunados por no haber perdido el deseo.
Alicia y Roberto llevan doce años casados. Roberto le sigue diciendo que algún día dejará a su mujer. Y Alicia finge creérselo y le confiesa que cuando hace el amor con su marido no siente nada.

Silvia Sierra 

 

¿Qué es de tu vida? 

 
Alicia: ¡Cuánto tiempo! ¿Qué es de tu vida?
 
Conejo: Mira… después de lo de Lewis Carrol, monté Lejía Conejo. Empezó bien, pero Fairy ganó cuota de mercado y vendí la empresa. Ahora soy la imagen de una conocida revista pornográfica. Fiestas, conejitas, una madriguera de 1.000 metros cuadrados… No puedo quejarme. ¿Y tú? 

Alicia: Estuve un tiempo en el restaurante chino “País de las Maravillas”, pero me llamaron para presentar “Las tardes de Alicia”. El programa es una basura, pero curro poco y cobro una pasta indecente.
 
Conejo: Ya veo Alicia, los dos seguimos viviendo del cuento.

Aina Cortina


Vida de perros

lunes, julio 21, 2008

El País Semanal» retó a sus lectores a escribir microrrelatos de 120 palabras. Se recibieron más de 700. Algunos serán publicados a lo largo del verano. Ayer domingo fue la primera entrega. Una de las microficciones seleccionadas, me ha recordado a un relato que escribí hace unos años. Lo presenté al Premio Faroni. En ese caso, se podían escribir hasta 200 palabras. Se titula «Vida de perros».

Me dolía todo el cuerpo. Miré atrás y vi un columpio balancearse. En él se entretenía todavía mi osito Teddy. Sin mediar palabra, el pequeño peluche me había empujado, arrojándome para siempre a la vida real. Miré al frente y emprendí un camino sin retorno con múltiples senderos. Empezó la larga etapa escolar. La dictadura del silencio en clase, los castigos de los profesores, las caídas en el patio, los primeros exámenes y suspensos. ¿Formación profesional o bachiller? ¿Ciencias o letras? ¿Económicas o Empresariales? No importaba la elección. Todos acabamos en el paro. Un año consagrado a los idiomas, a la informática o al carné de conducir. Muchos currículos enviados, varias entrevistas realizadas y sólo una llamada. Trescientos euros al mes, sin horarios y sin vacaciones. Sólo una llamada. No cabía un “no”.
Cinco madrugones por semana, sucesivas reuniones y trabajo amontonado. Aquella mañana tenía una reunión importante con mi jefe en la que me jugaba un ascenso. Me preocupé más que nunca por arreglarme. La corbata parecía ahogarme. Cuando estaba tratando de aflojarme el nudo, la voz de mi amo me despertó. “Vamos Tor”, gritaba Pedro tirando de mi correa. Por primera vez me alegré de no ser humano.

Para aquellos que se hayan quedado con ganas de leer el relato publicado en «El País Semanal», se lo copio a continuación (total, son sólo 120 palabras). Lo ha escrito Cristina Vázquez, de Lugo, y se titula «Ya no haces falta, bonita».

Tengo miedo y me siento confusa (…). Hace apenas un rato todo era felicidad, y mi casa, un revuelo de preparativos para irnos. ¡Mis primeras vacaciones! Yo también ayudé con las maletas: escondí las gafas de bucear de Benjamín y puse en su lugar mi zapatilla favorita (…).
Por fin estrenábamos el coche, ¡qué bien huele! (…). Estaba emocionada, orgullosa, agradecida, el hocico asomando al viento por la ventanilla. Me portaría bien, sin romper nada. Y ahora (…). No conozco esta carretera, tengo mucho calor, mucha sed. Me dan pánico los bocinazos, y el zumbido del tráfico a gran velocidad (…). Pero tengo que darme prisa, seguir corriendo, aunque esté reventada, y ya sólo oiga mi propio jadeo (…), si me quedo aquí pensando no les alcanzaré…


Fiesta de pijamas en casa de Hello Kitty

jueves, julio 17, 2008

El otro día recibí una invitación de Hello Kitty.

Celebraba una fiesta de pijamas para presentar el Sony Ericsson W580i Hello Kitty de Orange, un modelo exclusivo para el mercado español. Así que decidí ir para mantener informada a mi bloggeramiga italiana Ángela, autora del blog mysonyericssonblog.  

Infinidad de globos rosas recibían a los invitados en la calle Pizarro, de Madrid. Nada más entrar, tenían que pasar por el vestuario donde, si no traían pijama, les prestaban uno. Cruzado el umbral, descubrían ante sus ojos varias camas, con sábanas de Hello Kitty y un árbol del que colgaban los nuevos terminales de Sony Ericsson y Orange, enteramente disponibles para el uso de los asistentes al evento.

“Cuando nos pidieron que organizáramos la presentación del nuevo móvil de Hello Kitty, se nos vinieron a la mente las típicas historias de adolescencia y así se nos ocurrió lo de la fiesta de pijamas”, comenta Carmen Gil, directora de Cool-Lines. Carmen Gil reconoce que era una apuesta arriesgada, pero había que intentarlo. “Hemos conseguido incluso que Ariadna Artiles traiga un vestido que recuerda mucho a un camisón”.

La modelo posó con el nuevo terminal ante más un centenar de invitados, entre los que había unos setenta medios acreditados y varios famosos. De fondo, un photocall creado con almohadones de Hello Kitty y logotipos de las marcas protagonistas de la velada.

El Sony Ericsson W580i Hello Kitty de Orange es plano (14 milímetros), formato “slider”, y ofrece todas las prestaciones musicales de un móvil Walkman®, permitiendo almacenar hasta 470 canciones completas. “Orange y Sony Ericsson son dos marcas muy afines. Uno de los puntos que tenemos en común es precisamente la importancia que le damos a la música”, comenta Thierry Piganeaud, director de marketing de Orange. “Las dos marcas apostamos por el público joven. La creatividad, la modernidad, el dinamismo y la innovación son valores que nos unen”, añade Gerhard Sturm, head of marketing Iberia de Sony Ericsson.

El nuevo dispositivo también está pensado para hacer deporte con él, ya que cuenta los pasos dados, las calorías consumidas, la velocidad, la distancia recorrida y el tiempo empleado para ello. Además, cuenta con una cámara digital de 2.0 megapíxel, que se esconde bajo la tapa deslizante, e incorpora una funda y un adorno, ambos de Hello Kitty.

La famosa gatita, adoptada por la compañía japonesa Sanrio en 1976, dos años después de su creación, es también protagonista de un juego, un fondo de pantalla y un tema, preinstalados en el teléfono.


Fun Home

martes, julio 15, 2008

Dado mi escaso tiempo para la lectura, en mi visita habitual a la Feria del Libro, este año  me compré un comic: «Fun Home, una familia tragicómica», de Alison Bechdel (Reservoir Books). Andaba detrás de él desde hacía unos meses, cuando leí una pequeña reseña de Manuel Rodríguez Rivero en «El País Semanal».

El comic está dibujado con gran detalle, en blanco, negro y verdes. Sólo después de leer el libro, eché un vistazo a las solapas y descubrí para mi sorpresa que la historia de la que acababa de ser testigo era la de la propia autora.

Nació en Pennsylvania en 1960. Es la mayor de tres hermanos. Vivió parte de su infancia en una funeraria de la que su familia era propietaria. Su padre murió atropellado por un camión (se cree que se suicidó) cuando ella tenía 20 años. Días antes le había comunicado a sus progenitores que era lesbiana («El feminismo es la teoría. El lesbianismo, la práctica»). Ésta es en tres líneas la historia que, en 232 páginas llenas de dibujos, cuenta Bechdel. Pero lo importante no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta.

Me ha llamado la atención la cantidad de libros que aparecen en las páginas de «Fun Home«:

– «Anna Karenina», de Tolstoi.

– «El desnudo», de Kenneth Clark.

– «La muerte feliz» y «El mito de Sísifo», de Albert Camus.

– «Fiesta», de Hemingway.

– «El Gran Gatsby», de Scott Fitgerald.

– «Al otro lado del paraíso», de Arthur Mizener.

– «Washington Square», de Henry James.

– «El pozo de la soledad», de Hall.

– «Delta de Venus», de Anais Nin.

– «El corredor de fondo», de Patricia Nell Warren.

– «La Batarde», de Violette Leduc.

– «El sueño de un lenguaje común», de Adrienne Rich.

– «Comienza con O», de Olga Broumas.

– «James y el melocotón gigante», de Roald Dahl.

– «Mañana de domingo», de Wallace Stevens.

– «Zelda», de Nancy Milford.

– «La serpiente Uróboros», de Eddison.

– «El sueño americano», de Albee.

– «El cisne mudito», de E.B. White.

– «La importancia de llamarse Ernesto» y «El retrato de Dorian Gray»,  de Oscar Wilde.

– «Mujercitas», de Louisa May Alcott .  

– «La cascada», de Drabble.

– «Pinocho», de Carlo Collodi.

– «El guardián entre el centeno», de Salinger.

– «La comunidad del anillo», de Tolkien.

– «Orgullo y prejuicio», Jane Austen.

– «Mientras agonizo», de William Faulkner.

– «Retrato del artista adolescente», «Dublineses», «Los muertos» y «Ulises», de Joyce.

– «La Odisea», de Homero.

– «Paraíso terrenal» y «Autobiografía», de Colette.

– «La señora escucha cantos de sirena», de May Sarton.

– «Nación lesbiana», de Jill Johnston.

– «Volando», de Kate Millett.

Como conclusión de esta metareseña literaria, una frase del libro:

Se dice que la gente alcanza la madurez el día que se da cuenta de que nunca leerá «En busca del tiempo perdido«.

También se dejan ver algunos medios de comunicación, como «The Express», «Herald Tribune», «Vogue», «Esquire», «Newsweek», «Time», «GQ»; y algunas marcas: Palmolive, Adidas y M&M’s.


Message in a bottle

lunes, julio 14, 2008

Hoy descubro en el post sobre «Saber qué decir», que publiqué el pasado 7 de julio, un comentario de Javier Reyes. Es una de las ventajas de internet, que un artículo que vio la luz hace días, meses o años puede volver a cobrar vida gracias a los buscadores o a un generoso comentarista. La primera vez que oí hablar de la teoría de la Long Tail no entendía a qué se refería. Ahora, la experimento con mi blog. Javier Reyes habla de «meter un mensaje en una botella». Bonita metáfora.

«Me ha encantado este post!
Con la llegada de las redes sociales (y resto de maravillosas herramientas del social media), se ha reducido el miedo a ser rechazados, y a iniciar conversaciones con extraños… algunos no son extraños porque puedes ver su actividad en la red social y en sus blogs, se inician conversaciones antes de conocer al receptor de los mensajes… Cuando escribes un post en tu blog, es como meter un mensaje en una botella, meses después alguien escribe un comentario y continúa la conversación…
En este nuevo medio, continuan existiendo los mismos perfiles de “criminales conversacionales”, y yo diría que surge alguno nuevo, gracias al anonimato y falsa identidad en la mayoría de los casos. Surgen verdaderos terroristas, que se meten en las conversaciones únicamente para arrojar piedras en forma de insultos y descalificaciones, sin aportar nada a la conversación… suerte que el autogobierno de las comunidades en internet suele funcionar, y es posible poner remedio a estas actuaciones…»

Afortunadamente este blog, todavía joven, no ha sufrido el ataque de los criminales conversacionales de los que hablas pero los he visto en otros blogs que sigo y me da mucha pena. Un comentario interesante puede perderse entre una multitud de frases sin sentido que sólo buscan crear polémica. Creo que lo mejor en esos casos, tanto si es es bloggero como comentarista, es no entrar al trapo.

También estoy totalmente de acuerdo con el segundo punto que propone Javier. Las redes sociales facilitan y fomentan las relaciones con seres extraños que tal vez algún día lleguen a ser contactos útiles o, por qué no, buenos amigos. Sin ir más lejos, hace un par de meses Javier Reyes me pidió que le agregara como amigo en Facebook. Entonces me mantenía firme en la idea de no aceptar a nadie con quien no hubiera hablado al menos una vez. No quería que mi red se llenara de desconocidos. Pero eso tenía fácil solución: le envié un mensaje y me respondió. Entonces descubrí que, en el terreno profesional, teníamos mucho en común y que tal vez algún día podríamos echarnos una mano.

Hoy nos volvemos a encontrar en la bloggosfera. ¿Creen que si algún día me cruzo con Javier por la calle o en algún evento le ignoraré como si fuera un desconocido?


Invisibles en el trabajo

domingo, julio 13, 2008

«El País Semanal», en la sección de «Psicología», publica hoy un artículo de Francesc Miralles, titulado «Invisibles en el trabajo«. Me ha parecido muy interesante. Les copio algunos párrafos que invitan a la reflexión personal.

«Es fácil culpar a los empresarios y directivos de la apatía que contagia a millones de trabajadores españoles; sin embargo, a veces son los propios empleados los que dedicen inconscientemente volverse invisibles porque no se sienten identificados con el entorno humano en el que desenvuelven su actividad»

«Los secretos para ganarse el aprecio de los compañeros de trabajo y por tanto aumentar nuestras visibilidad también ante nuestros jefes, según Dale Carnegie:

1. No criticar, condenar, ni quejarse en presencia de otros, ya que inmediatamente seríamos identificados como potenciales enemigos.

2. Llamar la atención de los errores de los demás sólo indirectamente

3. Elogiar los progresos de los compañeros de trabajo y los jefes para que se sientan importantes en nuestra presencia.

4. Dejar hablar a nuestros interlocutores e interesarnos por sus problemas.

5. En vez de censurar a la gente, comprenderla y averiguar por qué actúa así».

El artículo termina con una reflexión de Scott Peck:

«Nunca tenemos el destino tan en nuestras manos como al llegar a un callejón sin salida».


ROBO

viernes, julio 11, 2008

ROBO es el acrónimo de Research Online, Buy Offline, una denominación que bien merecería ser incluida en la sección acrónimos desafortunados de Microsiervos. ¿Sugiere acaso que la venta tracional roba ingresos al ecommerce?

Descubrí este término en el newsletter del mes de julio de Zenithmedia, donde se incluia un powerpoint realizado por Yahoo sobre el impacto de la precompra online en el comportamiento del consumidor.

Un dato de partida: el 89% de la gente consulta internet antes de realizar una compra, según BIG Research 2007. Sin embargo, sólo el 7% de las adquisiciones se realizan a través de internet, según Forrester State of Retailing Online 2007.